La historia de Olive
Olive estaba respirando y su corazón estaba latiendo, pero fuera de eso no mostraba reacción. Le colocaron una vía intravenosa, le sacaron sangre, e incluso le hicieron una punción lumbar para ayudar a los médicos a descifrar lo que estaba pasando. Resultó ser que en el líquido que le extrajeron a través de la punción lumbar había sangre, por lo que iban a solicitar a MedStar que la llevaran a la unidad de cuidados intensivos pediátricos de Sacred Heart, donde estaban mejor equipados para encargarse de lo que estuviera pasando. El intensivista pediátrico vino y me preguntó si le habíamos puesto a nuestra hija la inyección de vitamina K al nacer; yo me quedé mirándolo y le respondí que no tenía idea. Él me dijo que tenían que llevarla para hacerle una tomografía computarizada, pero cada vez que intentaban colocarle la vía intravenosa (que precisaba antes de que fuera a hacerse la tomografía), la vena perdía sangre y no se podía usar. Finalmente, encontraron una vena, colocaron la línea intravenosa y la llevaron abajo para hacerle la tomografía computarizada. El médico explicó que se había formado un coágulo y que estaba presionando muchísimo el cerebro de Olive. No solo eso. También había un sangrado en la parte de atrás del lado derecho del cerebro. Los sacos de líquido que hay dentro del cerebro estaban completamente destrozados y el tejido en el lado izquierdo del cerebro se veía dañado. El médico dijo que la falta de vitamina K en el sistema de Olive provocó que su sangre no pudiera coagularse. Cualquier cosa insignificante, como ponerla en su cuna, podría haber causado este sangrado. Como no podía coagular, el sangrado no paró.
La única forma de que a Olive se le hiciera la operación que necesitaba para extirparle el coágulo era conseguir que empezara a coagular en todas las otras partes, y la única manera de hacerlo era inyectándole grandes cantidades de plasma y vitamina K. El médico no estaba seguro de cuánto tiempo le llevaría a Olive comenzar a coagular, o si sucedería lo suficientemente rápido como para que la operación valiera la pena. Aun así, la operación era increíblemente peligrosa y muy pocos estudios hacían referencia a que se hubiera hecho en una persona tan joven (Olive había cumplido un mes justo el día anterior). Había una posibilidad de que, si la presión en su lado izquierdo se eliminaba demasiado rápido, todo el lado derecho también se dañaría. Olive comenzó a coagular un poquito después de una hora de empezar el tratamiento con vitamina K. Ahora teníamos que decidir si le hacían la operación riesgosa, o esperábamos para ver si el coágulo se resolvía por sí solo. Sentimos que operarla era la mejor opción y el procedimiento comenzó justo después de las 2 de la mañana. Nuestra niñita sobrevivió a la operación y fue un éxito.
Esta quizás sea la parte más difícil que voy a escribir sobre la historia de Olive. La parte donde admito que lo que le sucedió era prácticamente un 100 % prevenible. Y así y todo, sucedió. Sucedió porque no recibió su dosis de vitamina K al nacer. Los primeros días en que estuvo en el hospital los pasé culpándome. Mentalmente, hice un recorrido de la situación, intentando comprender por qué diría que “no” a algo que evitara que mi hija pasase por tanto dolor. En el caso de Olive, lamentablemente, fue en gran parte sin ninguna intención. Pero eso no hizo que dejara de sentirme culpable, y solo en los últimos tiempos acepté que si bien esto le pasó a Olive, no le tiene que pasar al bebé de otra persona. Olive nació en una maternidad. Me encantó la experiencia que tuve allí y hasta el día de hoy, no siento ningún rencor hacia las maravillosas parteras que estuvieron presentes cuando ella nació. Unas semanas antes del nacimiento, hicimos un repaso de las vacunas e inyecciones de rutina que se les pone a los bebés en el hospital y decidimos si Olive las recibiría o no. Para la mayoría de ellas, yo sabía mi respuesta, pero como no tenía ningún conocimiento sobre la inyección de vitamina K, decidí que investigaría y decidiría qué hacer cuando naciera. Cuando empecé a tener hemorragias después del nacimiento de Olive, el tema de la inyección quedó completamente olvidado, y ella terminó sin recibirla. Después de todo, las cosas que se consideran optativas probablemente no son esenciales, ¿verdad? Por lo visto, la inyección de vitamina k no debería ser optativa.
Y entonces, ¿por qué las personas dicen que no a esta inyección? En algunos casos, existe la creencia de que la inyección está correlacionada con un aumento de la probabilidad de presentar leucemia. Aunque existió un estudio realizado en 1992 en el que se determinó que esto era cierto, estudios subsiguientes han demostrado que no hay correlación entre la vitamina K y ningún cáncer. También está el debate sobre causarle dolor al recién nacido, al ponerle una inyección poco después de nacer. Lo único que puedo decir sobre eso es que el dolor que tuvo que soportar Olive por su deficiencia de vitamina K es mucho mayor que cualquier otro dolor que hubiera sentido por una rápida inyección al nacer. Y si bien hay quienes argumentan que la inyección es una intervención médica innecesaria, la cantidad de intervenciones médicas que tendrán lugar si tu hijo tiene un sangrado cerebral al dejar de coagular son considerablemente más significativas. La realidad es que aplicarle a tu hijo una inyección de vitamina K al nacer es un pequeño precio que hay que pagar, especialmente cuando el costo de rechazar la inyección puede ser una lesión cerebral grave y la muerte. Yo no puedo cambiar lo que le sucedió a Olive, pero puedo hacer el intento de evitar que le pase a otro bebé.